Bienestar y calidad de vida del adulto

 

El envejecimiento en su expresión individual se ha definido como la serie de modificaciones morfológicas, psicológicas, funcionales, y bioquímicas, que origina el paso del tiempo sobre los seres vivos. Se caracteriza por la pérdida progresiva de la capacidad de reserva del organismo ante los cambios. Es un proceso dinámico que se inicia en el momento del nacimiento y se desarrolla a lo largo de la vida. Los cambios observados en la manera de envejecer son también, en lo fundamental, resultado de factores psicosociales y no exclusivamente biológicos.

En la Asamblea Mundial de Envejecimiento, celebrada en Viena en 1982, se acordó acotar en esta categoría al segmento de la población que comprende 60 años y más, pero sobre esto aún se discute mucho. Se conoce que no todas las personas envejecen de la misma manera, así la edad cronológica puede ser un criterio útil pero no forzosamente exacto, pues al parecer existe un tiempo de envejecimiento que es propio de cada persona.

Desde el punto de vista estadístico, existen cifras muy elocuentes que ilustran el comportamiento demográfico del envejecimiento poblacional según cálculos de las Naciones Unidas, en 1950 había alrededor de 200 millones de personas de 60 o más años de edad en todo el mundo. Ya en 1975, su número había aumentado a 350 millones. Según el informe de «Envejecimiento Poblacional Mundial 2006», emitido por esta organización, el número de ancianos se estimó en 688 millones, la esperanza de vida al nacer en 66 años como promedio en el planeta, con casi 2 mil millones para el 2050.

Dado el creciente envejecimiento de la población, la comunidad médica internacional exhorta a impulsar estrategias públicas para mejorar el bienestar del adulto mayor. Sin dudas, demandará nuevas interrogantes relacionadas con estos y su repercusión social, económica, educacional, sanitaria, medioambiental, recreativa y generacional, entre otros.

Una ciudad que se preocupa por los que más han vivido, se prepara para lidiar con el envejecimiento, beneficia a las personas de cualquier edad, gana en cultura gerontológica y se planifica un futuro donde sus entornos urbanos sean lo suficientemente amigables con los ancianos, todo lo cual facilitará que puedan disfrutar de una vejez sana y saludable.