Andar en “Bici” ya no es juego de niños

Es cada vez más difícil recordar aquellos días en que las cartas al Niño Dios se encabezaban con el pedido esperanzado de una bicicleta para “jugar” con los vecinos a recorrer el barrio de aquí para allá patrullando incansablemente los parques y callejones hasta el anochecer. Esos días en que los insertos promocionales en los periódicos venían repletos de bicis adornadas con borlas para las niñas y con rines de teflón para los niños más temerarios que sabían hacer piruetas, como andar en una sola rueda o subir andenes sin que la bici tocara el concreto. Tiempos aquellos en que conseguir un casco para bici era casi imposible pues su necesidad no había sido reconocida ni por comerciantes ni por nuestros padres.

Cuarenta y tantos años después de la adopción de la ciclovía en Bogotá, aquella iniciativa de un grupo ciudadano “Pro-Bici”, ha sido reconocida como patrimonio de interés social, recreativo y deportivo de la Ciudad y replicada, según informa el IDRD, por más de cincuenta ciudades alrededor del mundo. Veinte años después, a mediados de los noventa, Bogotá comprendió que la bici estaba evolucionando como medio de transporte y de manera consecuente construyó los primeros kilómetros de infraestructura exclusiva para la movilización no motorizada permanente de los ciudadanos.

Con motivo de la “X Semana de la Bicicleta” en Bogotá, encuentra sentido plantear desde la opinión el debate que se vive en las vías permanentemente entre biciusuarios y vehículos automotores por cuenta de la aún inconclusa, receta perfecta para la convivencia vial. Como casi todo en Colombia, la cohabitación en las calles entre bici, moto, bus, trasmi y vehículo particular, se polariza fervientemente al punto que las redes sociales se ven inundadas de fotos y videos que dan cuenta de las imprudencias que unos y otros cometen.

Puede verse a la bici como una “forma de vida”, como un moderno medio de transporte para las ciudades inteligentes y sostenibles que se han propuesto como modelo desde países desarrollados; cierto es que la realidad presente sobre la cual deben tomarse decisiones programáticas muestra al biciusuario como un gran infractor de las normas de tránsito, que al mismo tiempo se configura como víctima por cuenta del crecimiento de su población a consecuencia de la promoción de este medio de transporte.

Colombia debe comprender que la sostenibilidad en la seguridad vial del modo de transporte bici debe llegar como una mayoría de edad de su colectivo, el cual demostró sin duda su gran capacidad de convocatoria y organización al proponer, tramitar y conseguir la expedición de la “ley bici” que tanta falta le hacía a este país.

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Enrique López, Experto en Seguridad Vial. seguridadvialsegura@gmail.co