Los mores: eternos enamorados de la vida

El More pasó de vivir en el techo de una fundación a vivir en un hogar lleno de amor. Cuando nació, su madre, una gatica que había llegado a la fundación para ayudarle a los humanos a combatir un problema con las palomas, quedó en embarazo en la vivienda colonial donde estaba la Pastoral Social del municipio de Rionegro.

Él era el único macho de una camada de 5 gaticos. Negro y feo conquistó el corazón de Camilo Moreno, el que ahora es su amo. Mientras fueron bajando uno a uno los gaticos que aparecían en el tejado y mientras decidían entre todos quién sería el dueño y el encargado de cada uno de ellos, Camilo fue haciéndose a la idea de asumir la paternidad. Esos miedos que antes tenía al pensar en que no le dedicaría el tiempo suficiente a su gatico, se fueron desapareciendo con el ronroneo del More.

Ahora, no sólo ha crecido el gatico de una manera muy armónica y saludable, sino que ha hecho que a Camilo se le hayan ido sus miedos, sus inseguridades, y sobretodo su falta del compromiso con la vida, porque al fin de cuentas, como lo dice él, tener la oportunidad de ofrecerle una vida digna a un animalito que se encuentra desprotegido, es ponerse en paz con la vida de alguna manera, empezar en equilibrio con todo lo que pasa alrededor. Camilo, al lado de todos sus amigos animalistas, sigue apostándole a la idea de la adopción.