Luz Fabiola Marín: Una vida de servicio público con mucho sentido social

Esa es la visión generalizada de todos aquellos que hemos tenido la oportunidad de interactuar con ella. Se trata de la Doctora Luz Fabiola Marín Castaño, quien en medio de reconocimientos se despide de su ejercicio laboral en lo público; servicio al que dedicó la mayor parte de su vida y que engrandeció con su gran don de gentes y se sentido social.

 

De cuna humilde, campesina, de muy escasos recursos, la sexta de una familia de 11 hermanos más.  Su padre Francisco Erasmo, después de padecer la enfermedad del cáncer por más de un año y cuando aún la medicina no conocía tratamiento alguno para la enfermedad, muere a la edad de 33 años.  Luz Fabiola a sus escasos seis años y sus demás hermanos quedan huérfanos y empieza una vida de dificultades, tropiezos y escases.  Su madre María del Rosario, empieza a luchar por sacar adelante sus 12 hijos.   Con solo segundo de primaria, sin pensión, sin patrimonio alguno y pocas posibilidades económicas.

 

Luz Fabiola empieza ansiosa y con mucha escases y dificultades a sacar adelante sus estudios, los primarios en la escuela Pascuala Muñoz, luego su bachillerato en la Normal Superior de Rionegro. Una vez graduada de Maestra, empieza a luchar por una vinculación laboral. Así, poco a poco, pudo terminar su primera carrera como Administradora Pública, luego la carrera de Derecho, dos especializaciones en Derecho Administrativo y en Gestión Ambiental, e infinidad de cursos y diplomados que la prepararon, junto con su experiencia, para ocupar las diferentes posiciones laborales en todo su trayecto de vida.

 

Conversar con ella siempre es gratificante, no solo por saber que se hizo a pulso, todo luchado minuciosamente, sino que a la vez nos da unas lecciones de vida increíbles. Todos reconocen su gran don de gentes, su sentido social y de solidaridad con los demás.

 

Reconoce en el esfuerzo propio, en la lucha constante, la perseverancia, la reciliencia, la forma de sacar adelante, no solo a su familia, sino también su proyecto de vida. Y da fe de ello como madre cabeza de familia, que inculcó a sus dos hijos, Carolina y Alex Mauricio, hoy grandes profesionales, principios y valores necesarios en la sociedad que hoy cada vez más va decayendo en su escala de valores.

 

Le gusta la política, como el arte de servir, de ayudar a los demás, de hacer comunidad.  Es reiterativa en que no puede ser el mecanismo para engañar a los electores con promesas incumplibles, con asuntos que van por fuera de la norma, con engaños y mentiras. Este arte debe ser el mecanismo para transformar mentalidades, vidas y comunidades.

 

Aunque culmina una etapa laboral, esperamos verla en muchos otros escenarios, siempre abierta y dispuesta a dar lo mejor de sí.