En esta edición presentamos a dos singulares mascotas, Luna, una perrita de raza Pinscher de nueve años y Susana, una gata de raza criolla de tres años. Sus propietarios Laura Daniela Otálvaro y Julián Dávila, uno de nuestros periodistas, comparten cómo ha sido la experiencia de tener estas dos mascotas en un mismo entorno. “Lo primero que se debe tener en cuenta para la adaptación de un gato al entorno de un perro, es que este debe estar cachorro, tener como máximo dos meses, ya que para el perro es mucho más fácil vincular a un gato siendo este pequeño, en comparación a un gato adulto, el cual es muy territorial y puede llegar a ser agresivo”, opina Laura Daniela, quien además menciona la importancia de separar los espacios para el perro y para el gato, en lo que concierne al alimento y a la zona de arena.
“Dado que vivimos en una casa pequeña, ambas comparten muchos de los espacios, incluso juegan y duermen juntas, como si fueran de la misma especie, hechos bastantes particulares, ya que como dice el dicho “se llevan como perros y gatos”, solo que en un buen término”, dice Julián, quien también brinda algunos tips de alimentación en ambas mascotas. “A Luna la alimentamos con un buen concentrado, la línea Chunky es económica y posee nutrientes al igual que una superior, mientras que a Susana la alimentamos con Cat Chow, debido a su alto componente en antioxidantes y nutrientes, a ella la tenemos desde los 20 días de nacida y debido a una enfermedad de la madre durante el parto, sufre de pancreatitis, un raro cuadro que retrasa su metabolismo, el cual es delicado, por ende los cuidados con ella son mayores”.