Manolo es un perrito que estaba abandonado, en la calle, permanecía cerca a la
urbanización Villa Camila de Rionegro, y siempre que nos veía nos ladraba,
prácticamente Manolo nos escogió a nosotros como familia, porque siempre que
salíamos nos encontraba.
Yo ya tenía dos perritos, uno de ellos adoptado, después de que se había muerto
una perrita llamada Pecas, entonces en ese momento me pareció que Manolo era
un ser muy especial, muy cariñoso, se quedaba afuera de la reja de la casa para
que le diéramos comida, pues como la casa era arrendada, no nos permitían tener
animales y esa era mi preocupación, porque el perrito ladra muy fuerte, lo cual
molestaba a los vecinos. Sin embargo, conseguimos apartamento en otro sitio y lo
llevamos con nosotros, al lado de Luna y Centella.
Manolo es un Labrador, le gusta que lo saquen a pasear, no le gusta permanecer
encerrado en el apartamento, como es el más grande, marca la diferencia, no le
gusta que se le acerquen los otros perros cuando está comiendo y siempre quiere
ser el primero en salir.
Me cambió la vida porque es un ser muy cariñoso, muy especial, le encanta que lo
acaricien, que lo abracen, que lo mimen, es una criatura demasiado consentida y
creo que su felicidad es que le brinden mucho amor, porque en el tiempo que
permaneció en la calle era solitario y algunos muchachos lo agredían y alguna vez
le lesionaron un ojo y perdió la, de manera que para mirar algo tiene que voltear la
cabeza, pues solo ve por un ojo.
Le encanta ruñir hueso, lo mismo que las sopas que le hago con hígado y bofe y
como por su edad le faltan algunos dientes, le remojo el cuido para que pueda
digerirlo más fácil.