Los casos de intolerancia por bullying en Colombia registran cifras que invitan a revisar esta problemática. El bullying es una forma de violencia entre pares, que incluye conductas como burlas, amenazas, intimidaciones, agresiones físicas, aislamientos sistemáticos e insultos hacia una víctima indefensa, se realiza a través de un abuso de poder donde un grupo aprueba las conductas del agresor.
Esta forma de agresión tiende a repetirse y a prolongarse en el tiempo debido a la pasividad o desconocimiento de quienes rodean al agresor y la víctima, ya que no intervienen directamente. Algunas de las consecuencias que presentan las víctimas del bullying, son: ansiedad, depresión, deseo de ausentarse de clases y, dependiendo del caso, puede llegar a tener pensamientos e intentos suicidas.
El desamparo que experimentan las víctimas del bullying, junto con la creencia de que es merecedor de su situación, produce un círculo vicioso. Esto convoca a pensar de qué manera se puede intervenir para evitar o prevenir estos actos de agresión; la respuesta a este interrogante es la formación ética, la cual se debe brindar a los niños y jóvenes estudiantes.
Esta formación es esencial, ya que la incoherencia entre el pensar, el actuar y el hablar es lo que provoca estas situaciones de intolerancia y violencia, por lo tanto, enseñar a reflexionar y la importancia de la misma, permitirá una apropiación de los principios éticos universales que guiarán una conducta del buen vivir.
Esta formación puede ser implementada por las diferentes instituciones educativas a través de intervenciones diseñadas para promover un ambiente escolar anti acoso, enseñándoles a los estudiantes a desarrollar habilidades para resolver conflictos, promover la adquisición de valores, tener actitud activa por parte de los testigos y cómo persuadir al agresor.
Sin embargo, dejar toda la responsabilidad en las instituciones educativas no sería efectivo, pues solo si esta formación se refuerza en el hogar y los demás espacios en los que socializan los niños y adolescentes, sería el camino a una prevención efectiva. Así que esto es una invitación a los padres de familia, cuidadores y a las instituciones para comprometernos a formar personas que generen entornos libres del bullying.
Por: Kelly Johanna Arias Delgado, psicóloga | kariasdelga335@gmail.com