Este término fue acuñado por el doctor William Sears, pediatra estadounidense, cuando tras el nacimiento de su cuarta hija se vio desbordado por un temperamento difícil y resistente a todo lo que había funcionado para la crianza de sus anteriores hijos.
Los niños de alta demanda presentan ciertas características distintivas que realmente hace entender a los padres que tienen un hijo que se diferencia del resto. Usualmente son niños que sufren de ansiedad cuando se separan de la familia, en especial de su cuidador principal, no pueden jugar solos ni estar sin contacto físico. Les cuesta mucho conciliar el sueño. Tardan meses, e incluso años, en dormir de un tirón. Son impredecibles, y experimentan las emociones con mucha intensidad. Son muy intuitivos y empáticos y les suele costar gestionar sus emociones. Aprenden muy deprisa, son observadores y preguntan mucho. Tienen una personalidad creativa, les gusta la música o el arte. Se inspiran y sienten mucho lo que les rodea.
El primer paso para gestionar esta crianza tan absorbente es asumir que al pequeño no le pasa nada malo, El segundo paso a destacar para las familias es que solo se trata de una educación más implicada, donde habrá que dar más atención y apego. Es un niño que necesita más atención y cariño, por lo que también requiere de más dedicación y tiempo.
La psicóloga española Úrsula Perona es madre de tres hijos, entre ellos, de una niña de alta demanda. Acaba de publicar Hijos de alta demanda. Manual para padres e indica: “Lo resumiré en un par de frases. Un niño solo pide lo que necesita. Y toda demanda de atención, es una demanda de amor”.