Café con aroma guarceño

La tasa de cambio, una mayor productividad y un aumento en el consumo son los indicios de una cosecha histórica, que esperanza al sector. La cotización de finales del 2020 y principios de este año ha oscilado entre US$1,49 y US$1,64 la libra, con una tasa de cambio que se espera esté entre $3.400 y $4.000.

Por: Harris Sebastián Camacho COMUNICACIÓN SOCIAL UCO, harriscamacho10@gmail.com

La cosecha, el grano madurado, su recolección y su procesamiento: todo un oficio de nueve meses y una larga espera donde se podrá comprobar su verdadero sabor. Sin lugar a dudas, cada segundo valdrá la pena, esa es la esencia del café guarceño.

Primero, habrá que llegar a la vereda Nazareth, a una hora en bus del municipio de El Retiro; luego se tendrá que caminar durante media hora para lograr ver una de las mejores siembras de café del Oriente Antioqueño. Allí vive Bernardo Henao Escobar, uno de los descendientes de la tradición cafetera. Él y toda su familia se han dedicado toda su vida a la recolección de café. Sin embargo, no solo se dedican a esto: también siembran cacao, platano, yuca y diferentes tipos de fruta, como la mandarina y piña.

Después de un largo día de trabajo, es prendida la máquina, todo el café recolectado es procesado, solo queda esperar a que sus ruedas empiecen a girar y el café sea despulvado y lavado. Después del lavado, se inicia con el secado y la selección de los mejores granos, algunos de estos granos presentan defectos, se le ha conocido como la pasilla, pero no se botan, también se puede tomar; es más, ese es el café que se toma en Colombia. En cambio, los mejores granos son los que que estarán en primera opción para ser exportados.

Recoger café no es un trabajo fácil, pero como lo dice don Bernardo:

— El que aprenda a recoger café queda encantado.

Desde las cinco de la mañana se levantan los caficultores, donde cada grano es arte y se hace hasta que el cuerpo aguante.

—¿Sí es rentable recoger café? —le pregunté con curiosidad.

—Es rentable, porque el café es bien pagado —responde Bernardo Henao.

A pesar de la pandemia, este año pinta como ninguno en cuento a la cosecha de café. Según Bernardo en un buen día se pueden recoger hasta dos arrobas de café, que son aproximadamente 120kg. Tiene 7.000 árboles de café castillo, un café que según él es muy exigente y que hay que mantenerlo limpio y abonado para que dé fruto; no tienen empleados, solo él su familia trabaja en la siembra, que al final del año su finca y las de sus vecinos logran cosechar 35 cargas de café. Aproximadamente cada carga (dos bultos) está costando 1.085.000 pesos colombianos.

—¿Cómo es la competencia con otras fincas?, ¿quién vende más barato? —pregunto.

—La competencia es buena porque con el café no se pierde plata, para todos es el mismo precio, porque la Federación los regula a todos —responde con humildad.

Además de él, sus hermanos, sus hijos y hasta sus nietos, que desde muy temprana edad sienten la tradición cafetera en sus venas, saben que es el principal sustento familiar y van aprendiendo cómo es el manejo del café y cómo se trabaja para ganarse su propio jornal.

En las montañas más alejadas de El Retiro florecen sus aromas, por donde mires vas a estar rodeado de café, y su gente, capaz de darte la bienvenida como si fueras parte de la familia. Uno de ellas es la hermana de Bernardo; Maria Eugenia Henao, desde que llegamos se notó el amor por su trabajo, tiene un restaurante y su café, el mismo que recoge su hermano mayor es sencillamente exquisito. La greca donde prepara el café tiene más 40 años de antigüedad, cosa que le da un sabor muy peculiar.

—Mi hermana es la mujer más trabajadora que conozco, su café es el mejor de Antioquia —explica Bernardo, refiriéndose a su hermana.

Su grano tostado, con un sabor fuerte pero gustoso, cultivado en el Oriente y probado por extranjeros, es desde luego, el mayor símbolo de nuestro país.