Cuando Estefanía Muriel imaginó unas vacaciones con su familia, no dudó un instante en optar por un destino natural rodeado de exuberante belleza y a tan solo tres horas de Medellín. Se trataba de los Cañones de los Ríos Melcocho y Santo Domingo, un lugar por excelencia para los turistas que disfrutan del verde de las montañas y el agua cristalina de los ríos.
Pero para disfrutar de este lugar, Estefanía se había documentado y sabía de la importancia de reservar con anticipación, y así lo hizo. Días antes agendó su visita e inscribió a toda su familia a través de la línea telefónica dispuesta por el Centro de Atención, Información y Cultura Ambiental “CAICA”, la iniciativa comunitaria que busca proteger las áreas protegidas de la jurisdicción y que inicialmente empezó a funcionar en la Reserva Forestal Protectora Regional – RFPR- Cañones de los Ríos Melcocho y Santo Domingo, donde sus habitantes ahora cuidan su territorio de una manera más consciente.
Atrás quedó ese turismo desbordado que estaba empezando a dañar los recursos naturales de esta zona y se dio paso a una estrategia de empoderamiento comunitario de la mano con Cornare, en la que los mismos habitantes realizan la regulación de ingreso y prestan los servicios con enfoque de sostenibilidad, buscando poco a poco construir un ecoturismo más responsable.
Y es que los maravillosos paisajes que enmarcan los Cañones de los Ríos Melcocho y Santo Domingo, su riqueza natural y su biodiversidad fueron los que propiciaron la declaratoria de esta zona como Reserva Forestal Protectora Regional con un poco más de 26.500 hectáreas, lo que motivó el aumento del turismo cada vez con más afluencia de diferentes partes del país y del mundo.
Ante el auge de los turistas, la comunidad empezó a notar una serie de problemáticas que afectaban la biodiversidad y la cultura de la zona, por lo que se inició un proceso vinculante, que dio como resultado la creación del CAICA como alternativa para cuidar los recursos naturales y potenciar el turismo de naturaleza.
Edison Blandón es uno de los líderes comunitarios y habitante de la vereda El Roblal. Para él, CAICA significa la oportunidad de unir a las comunidades en torno a la protección de su riqueza natural y por eso es uno de los abanderados de este proyecto. “Desde hace varios años veníamos pensando en cómo solucionar el tema del turismo desordenado y sus efectos, pero fue en la pandemia que vinimos a despertar y darnos cuenta de que esas visitas estaban poniendo en riesgo nuestro patrimonio y costumbres, sumado a la cantidad de residuos que estaban dejando, el desplazamiento de los animales como consecuencia del ruido, la contaminación y los recursos no estaban quedando en manos de los nativos, sino de empresas externas”, asegura el líder.
Fue entonces cuando decidieron aterrizar la idea y establecer una línea de atención para las reservas de todo aquel que quisiera ingresar al área protegida, no sin antes organizar la prestación del servicio de turismo en lo relacionado con hospedaje, transporte, alimentación y guianza, gracias a una serie de capacitaciones que Cornare les ofreció sobre ecoturismo.
“En un fin de semana llegábamos a tener la visita de 7.000 personas, lo que hacía que las vías veredales colapsaran y nuestros nativos, en sus caminos de herradura, quedaban bloqueados, generando conflictos entre visitantes y campesinos. Actualmente las personas que reservan e ingresan son entre 500 y 700 con lo que se redujo la presión a estos dos hermosos ríos”, explica Edison.
Al frente de la regulación para el acceso también está Anlly Patiño Orozco, otra líder comunitaria que se puso la camiseta y junto con otras mujeres de las veredas atienden el punto de regulación, ubicado en la vereda El Higuerón, del municipio de
Cocorná. “El turista reserva y cuando llega es verificado en la lista al igual que sus acompañantes. Luego, debe indicar para cuál prestador de servicio se dirige y recibe las recomendaciones de seguridad y de cuidado del medio ambiente para hacer buen uso de los recursos”.
Los prestadores de servicio a los que se refiere son las 18 iniciativas turísticas, de familias campesinas que prestan los servicios de hospedaje, alimentación, días de sol, guianza y recreación. “Antes de la implementación del CAICA, llegaba la gente sin control, ahora ha mejorado bastante la situación, porque todos deben reservar y nosotros como prestadores de servicio de turismo de naturaleza podemos documentar a todo el que ingrese. Además, con el apoyo de Cornare hemos aprendido muchos aspectos a tener en cuenta en el tema ambiental como el manejo de residuos y esto nos permite trabajar por un turismo sostenible”, dice Orlando de Jesús Soto Soto, propietario de Sendero Agroecoturístico Dulce Melcocho, ubicado en la vereda El Retiro.
El CAICA es, en esencia, un espacio en el que confluyen la cultura ambiental entre los visitantes, las comunidades y los entes territoriales, pues todos aprenden de esta hermosa área protegida y construyen conocimiento. “El turismo desbordado para el que no estábamos preparados nos estaba quitando tiempo y hasta tradiciones y espacios de tertulia con nuestros vecinos. Ahora, más consientes y organizados podemos decir que estamos retomando la senda y trabajando hacia un turismo más responsable”, puntualizó el líder Edison Blandón y finaliza invitando a todos los turistas a reservar y a que amen este paraíso de belleza inexplicable.